miércoles, 28 de marzo de 2007

Los géneros de la retórica

Obligada a moldearse por la vida pública, focalizada en las formas de la opinión y construida sobre la necesidad de los hombres de plantear discursos desde el “aquí” y el “ahora” para resolver las “controversias”, la Retórica (a diferencia de la ciencia o de la poética) planteó que sus géneros principales estarían dados por el lugar desde el que el orador habla y por la perspectiva que asume frente a su audiencia para tratar sus acontecimientos. Los géneros de la retórica no se definen pues en términos absolutos sino situacionales, por variables siempre contingentes, y este es un componente decisivo para comprender esta teoría. Siguiendo este razonamiento, Aristóteles elaboró una clasificación acorde tanto con el principio de relatividad (según el punto desde el cual se habla) y con el principio de posibilidad (ya que no versa sobre lo necesario sino sobre lo posible) y de este modo la Retórica quedó compuesta por los géneros judicial, deliberativo y epidíctico.

El género judicial, también llamado forense, tiene lugar cuando el discurso está orientado a juzgar los hechos pasados, es decir hacia el ataque o la defensa de una convicción a partir de acontecimientos que ya han sucedido. Como sabemos, los hechos pasados nunca son por sí mismos nítidos sino que están sujetos a valoración (tal como sucede en el caso de los juzgados, que son el núcleo donde esté género habría nacido) y así, el orador tendrá que elaborar argumentos para sustentar un juicio sobre lo acontecido. Según Aristóteles los tópicos que son adecuados para éste género son el de lo justo y lo injusto, lo correcto y lo equivocado, ya que es sobre su eje que se establece toda argumentación de este tipo. Una simple invocación de hechos (por ejemplo si se dice “esta foto muestra el momento en que una mano inyecta votos a una urna”) aunque esté escrita en presente, abona a la idea negativa que se hace de los hechos pasados para demostrar la conclusión que se persigue, con base en los acuerdos de lo que es justo o lo que no lo es, (por ejemplo si suponemos que el fraude es ilegal). En la siguiente imagen hemos buscado un ejemplo. Si normalmente se habla de la conquista de América como una proeza histórica, como un “encuentro de culturas”, el cartel, usando la ironía, refuta esa historia y propone analizar tales acontecimientos más bien como una agresión. Tendríamos así una forma de deliberación para juzgar el pasado: El género deliberativo pertenece en cambio más al terreno de la discusión política, y versa sobre el futuro, sobre lo que es conveniente o no hacer. Este género moldea la oratoria típica de los congresos y legislaturas de Estado, pero puede proyectarse, como en el caso anterior, a otros usos civiles. Centrado en la necesidad de hacer mirar las ventajas de pensar o actuar de cierta manera para alcanzar algún objetivo (que se considera o no mejor para el bien común) sus lugares son, según Aristóteles, lo deseable y lo indeseable, lo ventajoso y lo inconveniente, lo preferible en suma. Cuando alguien dice “este proyecto es bueno pero nos tardaremos años en realizarlo” está recurriendo a esos lugares. En la imagen que sigue hemos querido mostrar un ejemplo más. El calentamiento global se representa (mediante una metonimia causa-efecto a través de las prendas) en una secuencia progresiva que demuestra el cambio paulatino que el clima ha tenido en los últimos tiempos, y obliga así a reflexionar sobre el futuro o sobre las acciones que tenemos que tomar para que ese futuro exista:
El género epidíctico por su parte versa sobre el presente. También llamado “demostrativo” es el discurso que apela al público a atender y mirar lo que sucede en el aquí y el ahora. Las exequias fúnebres fueron en la antigüedad una de las ocasiones típicas para la oratoria epidíctica, pero hoy podemos verla extendida a todo tipo de prácticas de la comunicación. Por ejemplo los logotipos tienen como fin mostrar “esta corporación es elegante”, o la portada de un libro puede ser vista como “este libro es clásico”. Estaríamos así ante el género epidíctico, que apela a la fórmula “x es y”, ocasión también para múltiples metáforas que difunden un ethos. Aristóteles hablaba de que los tópicos del género epidíctico son la virtud, la nobleza, la belleza, etcétera, y puede abarcar también los tópicos de la alabanza o la culpa. Cuando mirando un mostrador decimos “ese es mi artículo” es porque el discurso ha orientado la epideixis de una forma adecuada hacia nuestras expectativas. En el cartel que vemos a continuación se anuncia un concierto de música, pero la imagen utiliza el tópico del mundo al revés, lo que quiere hacernos decir que se trata de una música que quizá sea clara, natural, fresca, pero no convencional. He ahí pues un discurso epidíctico, con sus pretensiones de validez hechas a partir de la composición:

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Oye, muchas gracias.
No encontraba por ninguna parte donde saliera más claro. O soy poco busquilla o francamente estamos en una cyber decadencia intelectual.

:) gracias

Anónimo dijo...

Más claro... imposible.

Muchas gracias por su aporte. Es significativo.

Marta Ofelia dijo...

Alejandro, tus artículos son muy claros. Muchas gracias. Leí los dos primeros que aparecieron en tu blog. Marta.

Marta Ofelia dijo...

Alejandro, tus artículos son muy claros. Muchas gracias. Leí los dos primeros que aparecieron en tu blog. Marta.

The Frozen Islands Child dijo...

Pues en verdad, concuerdo con Marta Ofelia, muchas gracias por la claridad de tu blog, estoy trabajando con literatura medieval y libros de viajes, de repente me salió esta palabrita de epideíctico y no entendía bien el mensaje, ahora ya es muy claro! Bieen!

Anónimo dijo...

gracias por el artículo está super claro, tenia q aprenderlo para un trabajo y no lo encontraba muchas gracias m salvaste =)

flor

Anónimo dijo...

Es lo único que había decente en la Web. Aun así es algo enrevesado, podría ser mas claro.