viernes, 27 de abril de 2007

Sobre la Metáfora

La metáfora es un concepto central en la Retórica, no sólo porque es la figura más prominente en el estudio de la Elocución sino porque su comprensión involucra una óptica general respecto al lenguaje, sobre todo cuando advertimos que nuestros conceptos están organizados bajo sus principios y que el funcionamiento metafórico caracteriza quizá el aspecto más esencial de la comunicación humana.

En términos teóricos, la metáfora es un tropo (figura de pensamiento) que se define como “la expresión de un concepto en términos de otro que tiene alguna similiaridad o correlación”. La metáfora utiliza la fórmula “X es Y para establecer esta correlación, por ejemplo la playa es la cadera de la costa.

La metáfora no se confunde así con la comparación o el símil, en la cual dos conceptos se comparan usando la fórmula “x es como y”. Un ejemplo de comparación sería decir: “el penacho es como un arcoiris”. Es decir, lo propio de la metáfora es que el primer concepto es caracterizado por que su ser se define en función del otro: postula que la comprensión de una idea sólo puede darse a través de otra que proviene de un lugar distinto. Luego entonces, al formularse una metáfora el primer concepto puede ser descrito más económicamente o incluso desaparecer ya que implícita o explícitamente los atributos del segundo concepto son utilizados para expandir las características del primero, que pueden ya estar por tanto inferidas. Una metáfora donde el primer concepto se da por inferido tendría lugar en la frase: “su mirada paseó por el horizonte”. Diversas ideas, emociones y modos de aprehensión de lo real tienen lugar ahí donde las entidades tomadas de un contexto son asociadas con otras entidades que provienen de contextos distintos.

El poder de la metáfora radica entonces en que la ecuación entre los términos es más asertiva que la analogía o la comparación (con las cuales suele confundirse), es decir que la aserción de la metáfora incide sobre la estructura misma del concepto que se metaforiza, mientras que en la analogía retórica las diferencias comparativas son explícitas y notificadas; en la metáfora no: las características expandidas pasan a formar parte de la estructura cognitiva del fenómeno que se ha tratado de aprehender.

Por ello la metáfora es analizada en términos de la base y la tensión. La base son las similaridades entre el tenor y el vehículo, mientras que la tensión consiste en sus diferencias. Si decimos “ella es el abedul del bosque”, la palabra abedul es el vehículo, mientras que la idea de “flexible” es el tenor (si queremos decir que la muchacha es una persona flexible entre la muchedumbre). La base de esta metáfora consiste en que hay ciertas propiedades de los árboles que son correlativos a las de las personas, pero hay otras cualidades que no (por ejemplo que tienen hojas): esta es la tensión. El lector y el productor convienen tácitamente en seleccionar aquéllos elementos del árbol (la flexibilidad o la delgadez, por ejemplo) que son pertinentes para “salvar la frase”, de este modo la metáfora implica la cooperación, pero de esta cooperación se obtiene una expansión pertinente y el concepto base (la flexibilidad) gana otros atributos sin dejar de decir la base. (Algo parecido pasa con la palabra bosque).

Lakoff y Johnson (en Metáforas de la Vida Cotidiana, Madrid, Cátedra, 1992) utilizan las nociones de “fuente” y “dominio meta” para hablar del tenor y el vehículo. Sostienen que esta relación es la base de nuestros pensamientos ya que distintos campos de nuestra experiencia están compuestos por estas estructuras, por ello hablan de una teoría conceptual de la metáfora que saca a esta figura de su comprensión como un mecanismo solamente literario: las metáforas están presentes en nuestra vida cotidiana y su estudio da cuenta de las creencias que están detrás de los conceptos. Lakoff y Johnson dicen de hecho que la metáfora es una interacción entre el domino de la fuente y el dominio de la meta; en otras palabras, que no podemos decir una idea sin colorearla con lo que pensamos de ella, y así el lenguaje nunca puede desprenderse de la intención o de la “colocación desde un lugar”. Cuando decimos “me descendieron de puesto” o “está elevando su autoestima”, es claro que estamos tomando el eje físico arriba-abajo como parámetro para hablar de otras situaciones no físicas; cuando decimos “el texto (tejido) fue escrito así”, estamos tomando la metáfora de la costura para hablar de lo escrito, metáfora que se expande sistemáticamente a un campo semántico completo ya que también hablamos, por consecuencia, del “hilo del discurso”, de la “trama de la novela” o del “nudo de la historia” (incluso un deconstruccionista, para hablar contra la Retórica, titulaba a su texto “Una retórica descosida”, lo que demuestra hasta que punto las teorías que antagonizan con esta disciplina dependen también de ella). Lakoff y Johnson hablan de que estas metáforas del “hilo” aplicadas a la lingüística tuvieron lugar cuando la industria textil en Francia floreció en el siglo XVIII, surtiendo así de numerosas imágenes al habla cotidiana.
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Las metáforas actúan sistemáticamente y su constitución es histórica, nosotros hablamos nuestra lengua a partir de las metáforas que se han ido sedimentando en el desarrollo de nuestra cultura a lo largo de siglos, y por su poder de hacer ver, las metáforas son instrumentos muy oportunos para la epidixis, por tanto también para la persuasión. A su vez, siempre es posible generar nuevas metáforas, pues la Retórica siempre plantea una correlación entre tradición y novedad. Si al principio se hablaba de la metáfora como analogía, más tarde se pensó más bien en términos de interacción entre conceptos (como en Paul Ricoeur). Hoy día, en la teoría de las metáforas conceptuales, se habla de la “teoría del mezclaje” que sostiene que un campo siempre podrá ser pensado desde otro –si la correlación es pertinente según la situación- y que los cruces están siempre disponibles, pues los campos semánticos están “en línea” (siempre podremos bajar los que necesitemos para realizar los cruces que nos resulten necesarios).

Los científicos racionalistas han terminado por aceptar el papel cognitivo (y no “ornamental”) de la metáfora, pero esta discusión no siempre ha sido fácil. En el siglo XV Giambatista Vico libró esta discusión con los filósofos. Cuando éstos decían que un objeto de estudio legítimo no podía estar basado en metáforas pues entonces no habría un “saber” real, Vico les recordaba que la palabra saber tenía su origen en la palabra “sapere” (que quiere decir sabor: lo que se degusta con la lengua), de modo que el “saber” sería algo así como decir que el cerebro hace con las ideas algo similar a lo que la lengua hace con los sabores, noción de la que no se tenía noticia hasta que surgió la metáfora que hizo ver tal cosa. De este modo los filósofos tenían que admitir que ellos mismos para pensar tenían que usar metáforas y que es imposible pensar sin ellas. Algo similar sucedió con Nietzsche, quien señaló en sus escritos sobre retórica que el lenguaje es completamente metafórico, que esa es la base de su arqueología y que, como en el caso de la palabra “saber”, incluso los conceptos más refinados nos remiten tarde o temprano a nuestro primitivo punto de partida como especie, a la era de las civilizaciones agrícolas, por ejemplo.

La teoría de las metáforas conceptuales, que ha permitido dejar de ver al tropo como un elemento exclusivo de los poetas, permite realizar también un análisis riguroso de los campos epistemológicos, científicos, culturales y políticos y sus consecuencias para la acción, ya que sus discursos siempre toman una dirección específica en función de las metáforas que emplean.


Un ejemplo
Algunas metáforas se construyen a partir de la interacción entre texto e imagen. Intente el lector explicitar cuál es el tenor y el vehículo, así coma la base y la tensión, en el siguiente ejemplo: es una fotografía que concursó en el “The everyman photo contest, 2004”, un concurso que se desarrolla a través del internet, y donde el autor construye la metáfora a partir del título.
¿Qué se obtiene ante el lector con este artificio? ¿Qué cosas nos hace pensar? ¿Qué elementos de la textura, iluminación y punto de vista fueron necesarios para conseguir este efecto y porqué?

War
Caitlin Szinegh
Student/Ontario

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Aún intento comprender qué quieren decir este contraste entre brillante-oscuro y cuál es el efecto que provoca. Estoy haciendo un trabajo para la U y me serviría mucho una explicación. Ayuda!

Alejandro Tapia dijo...

Pienso que la idea de la fotografía es mostrar cómo los grupos humanos, las razas, los diferentes intereses de las civilizaciones, se ven confrontados de repente en el tablero del mundo cuando hay una guerra. Ello es mostrado metafóricamente a través del ajedrez. Si la foto fuera solo del tablero no sería mas que un ejemplo de diseñi industrial (digamos) pero puesta con ese título se conveirte en metáfora. El contraste entre brillante-oscuro significaría, pienso, simplemente las diferencias humanas, que pueden ser de cualquier tipo (raciales por ejemplo)