Interesada por las formas de argumentación y sus posibilidades persuasivas dentro de la polis, la Retórica confronta, junto con la Lógica, el análisis de las estructuras proposicionales que producen los sujetos a través de varios tipos de razonamiento. Si bien la lógica hace este trabajo operando sobre lo necesario, la retórica lo hace para establecer lo posible, lo creíble, lo conveniente. En ambos casos, sin embargo, el razonamiento procede con premisas, acuerdos previos, con inferencias que se pretenden válidas y, tanto en el arte de la ciencia como en el de la creencia, su correcto funcionamiento será vital para la salud pública. Lo curioso del tema es que si hacemos una evaluación de esta materia nos encontramos con que la práctica humana en la vida social contiene un enrome corpus de razonamientos que contienen inferencias no válidas, es decir que argumentar fuera de lo razonable es una práctica común. A los razonamientos no válidos les llamamos falacias (fallas en el razonamiento) y éstas se definen por ser estructuras que arriban a conclusiones que parecen ciertas pero cuyas premisas o fundamentos no lo son.
Pensemos por ejemplo qué sucede si alguien nos propone el siguiente “silogismo”:
Pensemos por ejemplo qué sucede si alguien nos propone el siguiente “silogismo”:
La información es poder,
el poder corrompe.
Luego entonces, la información corrompe.
A primera vista la estructura parece lógica, pero después advertimos que la noción de “información “realmente abraca muchas cosas, entre ellas su capacidad de ser usada como“poder”, pero que no le es una propiedad inherente, sino un accidente, mientras que la idea de que el poder corrompe, si la damos por cierta, está en un estatuto diferente al de la primera premisa, por tanto no es transferible, y entonces la proposición final no es necesariamente cierta (el truco está en el uso del verbo “ser”) Esta es una falacia sofisticada, pero como quiera que las palabras toman muchas veces desprevenidos a sus usuarios, este tipo de astucia puede fácilmente hacer mella.
Las falacias abundan por doquier, y su condición es pasar inadvertidas, generando numerosos efectos y acciones. Los comerciantes, cuando tienen urgencia de capital y se ven obligados a vender sus productos al costo, no dicen “necesito dinero” sino “gran oferta: todo al 50%”, o cuando un político dice “respetaremos la constitución: no privatizaremos la industria petrolera” no se dan cuenta que ya la han irrespetado desde el momento en que pusieron el tema en consideración y más aún cuando suponen paradójicamente que esa decisión es noticia. El lector puede observar cómo muchas de las premisas de las falacias pueden no estar enunciadas sino que se dan por contexto, pero su sola enunciación habla de los soportes en los que se están basando. Para hacer didáctico el tema, pensemos que hubiera un lugar donde se encontraran en la calle letreros que dijeran: “prohibido caminar con la manos en la acera” y que nadie ahí se alarmara. Mucha de la información que vemos tendría que ser igualmente desconcertante, sin embargo no sucede nada ya que muchas proposiciones tienen su origen en hábitos de los que ya no nos preguntamos su conveniencia o su certeza, y entonces damos por sentado lo que simplemente se enuncia de manera factual. Y sin embargo cuántas cosas, reglas y costumbres provienen de las falacias…!
Aristóteles decía por ello en su Tópica, un libro que extiende el estudio de la Retórica a partir del estudio de los tópicos o lugares de pensamiento, que una de las condiciones para la argumentación es “asegurar las proposiciones”, es decir, no incurrir en falacias: he ahí uno de los propósitos de la teoría retórica que, como se ve, no invita a la falsedad sino al hallazgo de lo conveniente. Al estudiar las falacias debemos aprender además que aún cuando una proposición o conclusión pueda ser válida, si el razonamiento que la respalda no lo es entonces habremos incurrido en una falacia, de modo que aprender a argumentar es necesario incluso cuando se tiene la razón. Para tener en cuenta esta necesidad, demos una ojeada a la profusa clasificación de las falacias. He aquí algunas definiciones y ejemplos:
Falacias comunes
Ad ignorantiam: ocurre cuando se dice que algo debe ser cierto simplemente porque no se ha probado su falsedad. Ej. “nadie ha comprobado la existencia de los fenómenos sobrenaturales, por tanto no existen.”
Ad nauseam: postula que un asunto se ha discutido tanto (hasta producir náuseas) y por tanto ya no vale la pena discutirlo. Ej. “esa propuesta se ha debatido por años y no hemos llegado a un resultado, por lo tanto no debemos volver a ella.”
Ad Lazarum: es la falacia donde se asume gratuitamente que los pobres son más íntegros y virtuosos que los que tienen más dinero. P.ej. "Los monjes son más propensos a poseer una percepción del significado de la vida, ya que han renunciado a las distracciones de la riqueza."
Ad numerum, o falacia de cantidad: Consiste en decir que cuanto más gente sostenga o crea en una proposición, más posibilidades de ser cierta tiene. Ej. "Este libro se ha vendido por millones, por tanto debe ser bueno."
Ad novitatem: sostiene que una idea es mejor simplemente por que es la más moderna. Ej. “Para dar mejores clases necesitamos tener la última versión de estos programas.”
Ad antiquitatem: declara que algo es correcto o bueno simplemente porque es antiguo, o porque "siempre ha sido así. Ej. “La sociedad siempre se ha desplazado montado a caballo. No hay por qué viajar ahora en coche.”
Ad verecundiam: también conocido como magíster dixit, defiende que algo es cierto solamente porque lo ha dicho un personaje eminente o muy destacado en una materia cualquiera Ej. “ Isaac Newton fue un genio y creía en Dios."
Tu quoque (significa “tu también”): da nombre a aquellos argumentos en los que no se presentan razones oportunas para replicar una situación, sino que en su lugar se devuelve la ofensa al acusador. Ej. “No debiste firmar esa carta. –Bueno, ¿y tu has hecho todo bien?.”
Falacia ad baculum (en latín, significa "argumento que apela al bastón"): es una falacia que implica sostener la validez de un argumento basándose en la fuerza o en la amenaza del uso de la fuerza. Ej. “Debes creer en Dios porque si no te irás al infierno” o “Debes pagar impuestos porque si no te irás a la cárcel” (Fíjense como esta es la falacia que siempre usa Hacienda).
Ad consequentiam (en Latín, significa "dirigido a las consecuencias"): es una falacia lógica que implica responder a un argumento o a una afirmación refiriéndose a las posibles consecuencias negativas del mismo. Ej.. “Si damos la información se va a crear una guerra, debemos ser discretos.”
Ad hominem (contra el hombre): Basa su conclusión no en las razones expuestas sino en la descalificación de la persona que sostiene la tesis contraria. Ej. “Él dice que el aborto debe legalizarse, pero es una persona que ni siquiera ha ido a la universidad, por tanto debe ser una necedad.”
Ad populum: se invocan gratuitamente hechos o circunstancias a los que el público es sensible para convencer. Ej. “Yo voy a crear miles de empleos, por tanto deben votar por mí.”
Cum hoc ergo propter hoc (en latín significa "juntamente con esto, luego a consecuencia de esto"): es una falacia lógica que afirma que dos eventos que ocurren a la vez tienen una relación causa-efecto. Ej. “El año pasado más jóvenes han ingresado a la escuela, sin embargo el porcentaje de delincuencia subió, por tanto la escuela fomenta la delincuencia.”
El dialelo (del griego diallēlos, «recíproco»): también llamado círculo vicioso, es un argumento circular que consiste en una petición de principio con el cual se intenta probar una cosa mediante otra, y esta segunda mediante la primera. Ej. "Baja la bolsa porque se asustan los inversores, y se asustan los inversores porque baja la bolsa."
La falacia ecológica: es un tipo de falacia o error en la argumentación basado en la errónea interpretación de datos estadísticos, en la que se infiere la naturaleza de los individuos a partir de las estadísticas agregadas del grupo al que dichos individuos pertenecen. Ej. Pongamos que la renta per cápita en España sea superior a la renta per cápita en México. Dar por supuesto que cualquier español elegido al azar tendrá una renta mayor que cualquier mexicano elegido al azar es un ejemplo de falacia ecológica.
La falacia del historiador: es una falacia lógica que se produce cuando se da por supuesto que quienes tomaron una decisión en el pasado podían considerar las cosas desde el mismo punto de vista y con la misma información que se tuvo a la hora de discutir la decisión tiempo después. Ej. “Hace años ellos apoyaron al candidato equivocado, por tanto no debemos negociar con sus propuestas.”
La falacia del hombre de paja: conocida también como argumentum ad logicam, consistente en rebatir un argumento que no se corresponde exactamente con el ofrecido por el interlocutor, aseverando luego que se ha rebatido a éste. Ej. “Ellos han dicho que se interesan por la Retórica, o sea que se preocupan sólo por la ornamentación y no por el contenido, nuestra propuesta como se ve es más integral.”
Falso dilema (también conocida como dilema falsificado, falacia del tercero excluido, o falsa dicotomía): involucra una situación en la que se afirma que dos puntos de vista son las únicas opciones posibles, cuando en realidad existen una o más opciones alternativas que no han sido consideradas. Las dos alternativas son con frecuencia, aunque no siempre, los puntos de vista más extremos dentro de un espectro de posibilidades. En vez de tales simplificaciones extremistas suele ser más apropiado considerar el rango completo. Ej. “Nuestro plan de estudios tiene que o apostar por los artistas o por lo expertos en tecnología.”
La generalización apresurada o generalización indebida: es un tipo de falacia en la cual se llega a una conclusión basándose en pocos casos que no son suficientes para justificarla. Ej. “Los trabajadores de la colonia siempre llegan tarde, y es que no cabe duda: todos los mexicanos son bien flojos.”
"Ningún escocés verdadero" (No true Scotsman): es una frase creada por Anthony Flew en su libro de Thinking About Thinking. Se refiere a un argumento que toma la siguiente forma:
A: "Ningún escocés le pone azúcar a su avena"
B: "Pero a mi tío Angus le gusta el azúcar en su avena."
A: "Ah, sí, pero ningún escocés verdadero le pone azúcar a su avena."
Ej. “Si Enric Satué es un diseñador reconocido, no puede haber dicho que no sabe dibujar, seguramente oíste mal”
El razonamiento circular: es una falacia lógica que se basa en poner a prueba una proposición realizando un proceso de razonamiento circular donde se llega a la afirmación expuesta, y luego presenta este razonamiento como demostración de su veracidad. Ej. “La semiótica estudia al signo, el signo es la unión entre el significado y el significante, este proceso se llama semiosis. Como todo lo que compone la cultura significa, es decir hay una semiosis social que abarca todos los signos, luego entonces ese es el objeto de estudio de esta disciplina.”
Bueno, como vemos existen muchos tipos de falacia. Si las premisas debidas no son invocadas es que buena parte de las presunciones que hacemos provienen de los intereses, de los deseos, de la necesidad de poder; pero recordemos que por definición toda falacia es refutable si se entienden sus mecanismos. La publicidad es un buen ejemplo de argucias argumentativas. En ella se suelen encontrar varias falacias que sin embargo son poco detectables gracias a su espectacularidad. Veamos el siguiente ejemplo, donde Carl Lewis corre tan rápido “que ni su sombra lo alcanza”. Esta frase que cobra forma en la foto está tomada del lenguaje popular, y es válido sostener que Lewis realmente corría de forma sorprendente. La falacia no consiste en decir que con esos zapatos se corre como Carl Lewis (eso no es lo que se intenta decir) sino que pertenecer al Mundo Adidas es entrar en ese universo de la Cultura del Esfuerzo de la que Carl Lewis proviene. Tal cosa es una petición de principio, propia del branding actual creado por las marcas:
1 comentario:
buenisima información, muchas gracias.
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