viernes, 25 de julio de 2008

Persuasión en riesgo: el argumento por analogía

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Justo donde la ciencia y la ley tienen su límite, y persiste la necesidad de invocar valores u opiniones para movilizar al ciudadano hacia una determinada acción, comienza la actividad retórica. A la tarea de procurar razonamientos encaminados a favorecer una cierta convicción (y por tanto una cierta conducta) llamamos argumentación. Una de las formas recurrentes en el arte de argumentar es el razonamiento por analogía. La analogía se utiliza cuando un tema en particular se mantiene en discusión y se recurre a un ejemplo equivalente para que, una vez asumida la validez de la relación proporcional, califiquemos al tema en el sentido que parece corresponderle según la equivalencia propuesta. Es decir, la fórmula de la analogía postularía una proposición donde se acepte que A es a B como C es a D.
En su Tratado de la Argumentación (Madrid, Gredos, 1994) Chaim Perelman evoca a Aristóteles para mostrar cómo funciona una analogía, tomando una cita de su Metafísica, donde el estgirita dice:

Pues el estado de los ojos de los murciélagos ante la luz del día es también el del entendimiento de nuestra alma frente a las cosas más claras por naturaleza.

Es decir, el texto explica la naturaleza fundamentalmente ciega del entendimiento a partir de comparar la mirada que nos provee nuestra alma con los ojos de los murciélagos. Pero Perelman explica también que históricamente se ha tenido a la analogía como un caso débil de prueba, como un artificio que nos provee, en todo caso, de una hipótesis posible, ya que aún falta que el auditorio conceda credibilidad a la proporción enunciada. De ello se desprende la conclusión inicial de que la analogía sirve por ejemplo para dar una mayor visibilidad al razonamiento propuesto, pero la analogía debe ser verosímil, creíble, para tener buen efecto. Para desglosar mejor el problema, Perelman divide la analogía en dos partes, una que se llama tema (la relación A y B, es decir aquello de lo que se habla) y otra que se llama foro (la relación B y C, la relación a través de la cual se habla), siendo la analogía el intento de hacer legítima una aseveración mediante la aplicación del foro al tema (lo que nos recuerda a su vez la enorme importancia que tiene la teatralidad del asunto). Siguiendo esta breve teoría, una analogía tendría que pasar entonces por varias secuencias, una donde concedamos que existe legítimamente una relación lógica entre A y B (por ejemplo que el alma nos hace ver cosas) otra donde concedamos válida la relación entre C y D (que sepamos previamente que los ojos de los murciélagos son ciegos a la luz) y otra mas donde concedamos que a través de una se puede comprender la otra, es decir, que el foro tiene la suficiente equivalencia con el tema para dar cuenta de él. Podemos argüir que la analogía sirve no tanto para probar una cosa, sino para entender lo que el filósofo está tratando de decir, sin embargo veamos que la lógica de la exposición está normada por la voluntad implícita de ganar la adhesión del lector, pues ninguna explicación se hace sin el ánimo de persuadir, o sea, aspira a que otorguemos crédito a sus palabras.
Difícil es pues la prueba de la analogía, sin embargo los hombres la utilizan sin cesar, ya que siempre son muchos lo asuntos humanos que ameritan el uso de esta muleta, ya que en efecto en el negocio humano muchas cosas no son evidentes y se requiere de profundizar en los razonamientos.
Veamos sin embargo el caso de una analogía en la que el orador tiene confianza en su aplicación del foro al tema y donde, sin embargo, el público no otorga la menor credibilidad, es decir, el caso de una analogía fallida, que es desde luego interesante retóricamente. Me refiero a la argumentación que se ha tratado de establecer en las películas en DVD donde, a través de una corta historia, se nos exhorta a no alentar a la piratería (no comprar películas piratas). Al menos en México, esta historia (que intenta enseñar por analogía) abunda en las películas DVD que rentamos y compramos. Los dispositivos digitales nos obligan a verla porque el menú del disco no aparece sino hasta que nos hemos agotado la paciencia teniendo que soportar este breve corto.(Recién he leído que también en Chile esta historia aparece en los DVD con iguales resultados. Dice Alejandra Toro en su blog, a propósito de ese corto: “Lo he visto más de diez veces y la reacción del público siempre es la misma, risa, aburrimiento, desinterés, comentarios de “otra vez lo mismo“, pero nada de “esto tiene razón, desde ahora no voy a comprar ni piratear nunca más una película”, véase el blog http://revistalapagina.com/2007/11/09/¿dejaremos-de-ser-piratas/?cp=1)

En esta historia un ama de casa llega cansada de su trabajo, y celebra ante sus hijos que ha comprado una película pirata por un precio muy económico. La familia (abuela incluida) le reprocha que esa película es robada, y ella dice “No la robé, la compré”. Posteriormente su hijo se sale a jugar con sus amigos, y la madre le recuerda que tiene que estudiar. El hijo dice “no hace falta, ya conseguí el examen”. ¿Lo robaste?” dice ella. “No lo robé, lo compré” responde. Y entonces la otra hija impulsa para nosotros la analogía, dice “Como tu película”. Después de ello, y con una música de piano muy sentimental, el corto termina con la sentencia “La películas piratas se ven mal, pero tu como padre te ves mucho peor. ¿Qué le estás enseñando a tus hijos”.

Este corto sin embargo no gana adhesión alguna y más bien provoca la sorna de los usuarios. ¿Porqué? La primera respuesta es: porque se ofrece como castigo simbólico a una práctica que no se hace con el fin de lesionar la moral familiar sino de resolver la carencia de recursos para comprar las películas nuevas. Segundo, por que la analogía no es comparable (nadie se sabe en delito por comprar un material del cual están llenas las calles como sí se sabría por robar un examen) Tercero, porque las familias han aprendido a hacer trampa a los comerciantes del mismo modo que los comerciantes les han aprendido a hacer trampas a ellos. Es decir, ello tiene que ver con el propio ethos del orador (quien debe antes tener credibilidad como interlocutor para hacer analogías) y finalmente porque hay alguna afirmación que no es verificable: las tecnologías hacen que las películas copiadas no se vean mal, más bien ya es muy posible que se vean bastante bien. Y a ello podemos sumar el hecho de que la invención de las tecnologías digitales estarían desdibujando las ideas tradicionales de derechos de autor sobre las que se cimentaron muchas empresas, y son ellas, a decir de los economistas, las que tendrían que aprender a moverse en este nuevo escenario donde todo es transitable, todo está on line. Así lo demostraron también los grupos de rock que lanzaron sus últimos discos sin vender copias, colocando sus canciones en internet: su negocio está ahora en los conciertos en vivo, y gracias a ese gesto les va muy bien. De manera que tenemos ahí una analogía que no funciona, en principio por la falta de investigación sobre las motivaciones de los usuarios y también por la falta de comprensión del contexto en que la situación se da.
Sin embargo ahí está el recurso de la analogía, siempre un dispositivo que se busca para afrontar las controversias, recurso que se encuentra irremediablemente adosado a las circunstancias sociales y al ethos de los oradores. No poca cosa.

8 comentarios:

RNV dijo...

Excelente entrada Alejandro, justamente el otro día comentaba este asunto con mi familia, claro que tu lo explicas mejor.

Saludos

Anónimo dijo...

Estimado Alejandro:
He tenido la fortuna de leer un par de tus textos aquí en el blog; he de comentarte que me han parecido muy buenos y clarificantes. Actualmente me encuentro desarrollanado una investigación que trata de explicar el uso de la metáfora en el discurso político contemporaneo (a grandes rasgos).
Me interesaria mucho poder tomar un curso en la universidad en donde trabajas para platicar con calma el tema de la metáfora y su papel en el discurso político.
Espero tengas el tiempo para comunicarte conmigo.
Atentamente
Faustorce
faustorce@hotmail.com

Alejandro Tapia dijo...

Actualmente estoy dando pocos cursos ya que estoy a cargo de un departamento que me obliga a otras funciones. Pero sí es posible visitar la Universidad y conversar.
Creo que para el tema de la metáfora y la política son escenciales los textos de Lakoff y Johnson, que han trabajado específicamente ese problema. recomiendo leer "Metáforas de la vida cotidiana", "La mente en el Cuerpo" y muy especialmente el libro que se titula "No pienses en un elefante", que habla sobre eso y sería indispensable para una tesis como la que planteas. Se pueden ubicar en internet.
Bueno, espero que sirvan esas fuentes, para empezar.
Saludos
Alejandro

Anónimo dijo...

Alejandro:
No se si llego demasiado tarde a la discución de esta entrada.El punto es que a mi parecer la Analogía necesita ser impecable entre los terminos del foro y el tema, pero aun así el ethos del orador es necesario. En mi caso analizo a Perelman con los alumnos por medio del discurso "I have a dream" de Martin Luther King que, opino, es impecable en esos dos sentidos.

Alejandro Tapia dijo...

Jesús

Hola, por supuesto que son oportunas las observaciones. De hecho el blog no tiene tiempo específico sino que cualquier entrada se puede discutir cuando sea (por eso está en línea). Coincido con lo que observas, la analogía debe ser impecable tanto como la calidad del orador: de hecho la calidad del orador se demuestra justo en ocuparse de hallar una buena forma de expresión, pues quiere decir que se ha preocupado por hacer contacto efectivo con el auditorio. Luther King es desde luego un buen caso para estudiar eso...

Unknown dijo...

Hola Alejandro!

Como siempre, tu texto es excelente y muy clarificador. Justamente mi investigación (asesorada por Toño Rivera) es sobre la analogía y sus usos en la comunicación gráfica, y, como un elemento más para añadir a la discusión, me gustaría señalar el concepto de analogía según Charles Peirce, que explica Mauricio Beuchot y en donde las nociones de univocidad y equivocidad son centrales: la analogía se representa mejor en el ícono peirceano, en donde la representación (en este caso el foro) guarda una relación con lo representado que está a medio camino de la univocidad y la equivocidad: el índice es el signo unívoco, aquél en donde la representación no permite más que una sola interpretación, mientras que el símbolo es el signo equívoco (el que permite interpretar de muchísimas maneras distintas a la representación) la relación con lo que representa es casi arbitraria. Es así que el ícono peirceano (según Beuchot) es el signo que mejor representa a la analogía e implica que la relación entre representación y representado (la relación del tema con el foro) puede interpretarse de diveras maneras, generalmente, todas ellas válidas, pero siempre bajo ciertas restricciones implícitas dentro de la univocidad.

En este sentido, me parecería que la impecabilidad de la que se habló anteriormente sería respecto a esta libertad de interpretación más que a otra cosa.

En este sentido Alejandro —y demás comentaristas— me gustaría saber tu opinión sobre el efecto que tendría esta interpretación múltiple de la analogía con la efectividad retórica que muy bien ilustraste con el ejemplo de la piratería. ¿Crees que el discurso sería más persuasivo gracias a esta posibilidad de interpretaciones múltiples (todas válidas) que ofrecería la analogía peirceana según Beuchot? ¿O crees que al contrario esta multi-interpretación reduciría su efectividad persuasiva?

Alejandro Tapia dijo...

Jorge
No se si pudiera responder esa pregunta fácilmente. Creo que la semiótica observa los fenómenos gramaticalmente (es decir establece oposiciones conceptuales y obliga a así a clasificar de una forma o de otra las cosas, dicotómicamente). Creo que la univocidad nunca existe realmente, y la equivocidad (multi-interpretación) es algo tan abierto que puede terminar por no explicar lo que, en realidad está a merced de los usuarios y de las creencias (más que de las reglas gramaticales). Así la pregunta es difícil de contestar. En realidad pienso que la retórica es una disciplina muy diferente a la semiótica, aunque a veces parezcan ser convergentes. Tendría que leer a Peirce cuidadosamente para precisar mejor las cosas, pero por lo pronto diría que la elección de la analogía es algo que el orador debe hacer con inteligencia, ya que si no no persuade a nadie, como el caso aquí (la elección misma habla de su cultura), por ello pienso que mas que univocidad o equivocidad lo que decide es a calidad del argumente (sea por analogía, ironía, sinécdoque, etc.) Va?
Gracias por el comentario

Sergio Aschero dijo...

La Numerofonía de Aschero, se basa en las ciencias matemáticas (geometría y aritmética), en la óptica, en la acústica y en la lingüística, lo que lo hace muy claro y comprensible hasta para niños desde los tres años de edad, en absoluta contraposición con el sistema tradicional de notación musical.
Utiliza formas geométricas y colores para los más pequeños y a medida que van avanzando en edad y en su aprendizaje, el sistema va incluyendo números enteros y fraccionarios, acompañando al niño en su desarrollo escolar de manera simultánea a su formación académica.
Es un sistema lógico que permite que todos, pero todos sin excepciones, puedan leer, escribir, interpretar y crear música, culta o popular, incluyendo a adultos, adolescentes, niños y personas con capacidades especiales, sin tener que caer en el absurdo de los bemoles, sostenidos, claves, o tantos otros signos anacrónicos que integran el sistema de notación, para que todos aquellos que aman la música, puedan disfrutarla activa y participativamente, y no tan sólo el 5% de la humanidad, que es lo que ocurre estadísticamente, lo que demuestra el altísimo nivel de analfabetismo existente.
Por cierto que hay quienes en su deseo de mantener posiciones de elite, pueden oponerse a este cambio revolucionario, pero este código no está dirigido a quienes ya leen música, sino a ese 95% de personas que no lo han logrado con el viejo sistema, incluyendo a un gran número de músicos populares.
Oponerse a la Numerofonía de Aschero es oponerse a Pitágoras, a Galileo, a Newton. . .
El objetivo de la investigación de Sergio Aschero es mejorar la relación entre la música y la gente, a partir de la recuperación de la unión entre la ciencia y el arte, tal como ocurría en la Academia de Atenas de la Antigua Grecia cuando la música era una de las ciencias matemáticas en junto a la aritmética, la geometría y la astronomía.
Se debe hacer todo lo necesario para que perdure lo verdaderamente profundo, como es la música creada en todas las épocas y en todas las culturas, y no jerarquizar lo superficial, como es atarse a formas vetustas y a signos obsoletos, que se han demostrado absolutamente ineficientes en la alfabetización musical de la mayoría de las personas.
www.http://ascheropus.com.ar
Sergio Aschero
Doctor en Musicología
sergioaschero@gmail.com